En 1954 se publicó un folleto con grabados y calaveritas literarias del Taller de Gráfica Popular, titulado Calaveras desvalorijadas… al trabajo fecundo y creador. En la página 3 se incluye un grabado de Guillermo Rodríguez Camacho, mi padre, quien fuera miembro del Taller por aquellos años.
Esta calavera aparece como obra anónima en el catálogo El Taller de Gráfica Popular en México 1937-1977, elaborado por Helga Prignitz. Hace unos meses, el coleccionista Peter Schneider me hizo notar que la obra probablemente era de la autoría de mi padre. Aunque la familia conserva el grabado, la identificación en el catálogo de Prignitz no me había sido posible, ya que allí se consigna como obra anónima y no se incluye la imagen.
El grabado, efectivamente, es de la autoría de Guillermo Rodríguez Camacho. Su firma de aquel entonces (g.r.) puede observarse en la esquina inferior izquierda del grabado. Es la misma firma que utilizó en otras obras de esa época; la misma con que marcó sus gubias de artista, como se observa en la foto de abajo.


En el catálogo de Prignitz, se describe así la publicación donde aparece el grabado:
"Calaveras 1954 [...] 1013-1016 Colectivo: Calaveras desvalorijadas... al trabajo fecundo y creador Plegado en cuatro páginas y quince grabados en linóleo 3000 ejemplares se publicaron en el TGP, financiados por el diario El Popular 47.5:35 cms Col. TGP [...] 1015 P. 3. Contra la carestía, los monopolios y el sindicato de boxeadores".
En Calaveras desvalorijadas, el grabado se publica junto con una calaverita literaria, anónima, que trata acerca del legendario boxeador Raúl Ratón Macías en su pelea contra el estadounidense Nate Brooks. La pelea tuvo lugar el 26 de septiembre de 1954 en la Plaza México.
¡Viva que viva el Ratón! ¡Un abrazo a mi campeón!
No hubo calaca de veras que por ver la del Ratón no fuese al único expendio de los boletos del box, a dormir bajo la lluvia o quemarse con el sol. Porque la Empresa anunció suprimir revendedores, que ningún radio daría reseñas del match y no se vería en televisión. El radio dio la reseña; en televisión se vio. Y aún más: la Empresa taimada entre amigos repartió buen tanto del boletaje para la especulación, y así expoliar, a sus anchas, del público la afición. A tendido fue la Muerte para ver a su Ratón, y cuando este a su contrario muy resuave le sonó se puso tan exitada que hasta la silla rompió. Repuesta de la emoción se puso a reflexionar en que la Empresa leonina al "otro lado" encamina millones del entradón. Gacho es que hasta la cecina nos arranquen de un jalón, empeñada la leontina y en la bolsa... ¡ni un tostón! Exclamó la Parca Fría: ¡Viva y reviva el Ratón que a México el triunfo dio! Mas los "vivales" son otros... ¡Ah, qué tiempos, don Simón! Y empuñando la guadaña a los vivales quebró los huesos del espinazo y a la fosa los echó.
En la calaverita, como se observa, se critica a la Empresa por hacer un negocio redondo con las entradas. Este llevarse «al otro lado», a Estados Unidos, el dinero, tiene su correlato en el grabado, donde se puede ver a una calaca (la Comisión Internacional de Box), con el sombrero del Tío Sam, llevándose una carretada de dinero.
La periodista Bertha Hernández recuerda así aquella pelea del Ratón en el periódico La Crónica:
"No importó que el 26 de septiembre de 1954, cuando El Ratón le disputó a Nat Brooks el título de campeón de Norteamérica, fuese un día lluvioso: las 65 mil entradas de la Plaza México se vendieron completas, y ante la expectación que causaba la pelea, y con la bendición del Regente del Distrito Federal, Ernesto P. Uruchurtu, también se transmitió por televisión. "La ciudad se quedó desierta, paralizada otra vez. Se supo que, los que tenían televisor, invitaron a los amigos —en zonas acomodadas— y los que tenían un aparato, pero estaban en rumbos más populares, rentaron, por unos pocos centavos, un banco, una silla, para que los vecinos, convertidos en clientes, pudiera ver pelear a El Ratón. Los menos afortunados, que no tenían ni amigos ni vecinos con televisión, pudieron ver la pelea en los televisores de los escaparates de las tiendas. El Ratón no defraudó a sus leales; venció a Nat Brooks y se convirtió en retador al título mundial, que ganó al año siguiente, en marzo de 1955, al vencer a un tailandés, Chamroern Songkitrat".
Con estos apuntes sobre la obra de mi padre, Guillermo Rodríguez Camacho, lo recuerdo hoy, en vísperas del Día de los Muertos.
Iliana Rodriguez Zuleta
Ciudad de México, 1 de noviembre de 2020
Fuentes consultadas
Hernández, Bertha, «La tragedia del Ratoncito», en La Crónica, 27 de octubre de 2018. Consultado en línea el 1 de noviembre de 2020. https://www.cronica.com.mx/notas/2018/1098673.html
Prignitz, Helga, El Taller de Gráfica Popular en México 1937-1977, traducción de Elizabeth Siefer, México, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1992.
Schneider, Peter, comunicación personal en este blog y por correo electrónico, septiembre de 2020.